viernes, 12 de agosto de 2016

El último paseo por El Cuco

Una montaña partida por la especulación


   Esta urbanización de 214 viviendas, fue construida en 2004 y es una de las mayores representaciones de especulación urbanística de Cantabria. Hace unos días que ha empezado el derribo de este barrio, literalmente excavado en la montaña, por orden del Tribunal Supremo (La sentencia fue en 2012).

Después de pensar y repensar sobre lo que iba a escribir en este post, finalmente he decidido que no sea argumentalmente crítico hacia la corrupción, especulación y todo lo que eso conlleva (ya hay suficientes artículos, post y libros que lo describen a la perfección), si no que sea una crítica hacia las personas.

   En este pequeño post, también pondré fotos del deplorable aspecto de esta urbanización fantasma, invadida por plumeros y sueños rotos.


   Todo es continua destrucción. En su día se destrozó el bosque, hábitat de animales como el zorro, pequeños roedores y otros que anidaban en las copas de los árboles... ahora se destrozan las casas y pisos para volver a crear ese entorno salvaje que nunca volverá

   Pero dejando de lado el daño medioambiental que ha supuesto esto, me dirijo hacia las personas que estaban dispuestas a vivir en un barrio así, que ha sido levantado partiendo una montaña por la mitad... ¿Qué veían de hogar en un lugar como este? ¿Las vistas a la autovía? ¿Un bonito lugar para disfrutar con los nietos sobre el cemento? ¿O comprar una segunda vivienda porque el vecino de al lado también se la compra y no quiero ser menos?

Demos un paseo...


   Según dejamos el coche en los límites de una carretera ya en el olvido, observamos ante nosotros un mar de ladrillo sin sentido, con olas de plumeros que ondean al viento, mirándonos indiferentes. Andamos unos cuantos pasos y vemos las alcantarillas semicubiertas por tablas de madera medio podrida, un peligro para cualquiera que no vaya mirando al suelo. 

   Atrás hemos dejado la caseta-oficina en la que hace unos años se podían comprar pisos incluso cuando ya había salido la sentencia de que eran ilegales. Ahora, las pintadas y los cristales rotos lo decoran de una manera mucho más real. 

   La Urbanización Costa Verde, como iba a llamarse en un principio y valorada entre 111 y 114 millones de euros según la propia constructora (Fadesa), tenía los siguientes precios para sus viviendas:

   Los chalés adosados se vendían entre 278.358 y 282.476 euros; los apartamentos, a 282.576 euros; los chalés pareados, entre 339.564 y 348.587 euros, y las parcelas, entre 147.247 y 178.501 euros.


   Precios desorbitados en la situación actual. Burbuja pura y dura.

   Según nos adentramos en esta jungla de cemento y hormigón, los vecinos de los chalets de más abajo nos observan, seguramente creyendo que nos llevaremos algún ladrillo, teja o baldosa y echan la mano al móvil como si llamaran a la policía. Se ve que ya han tenido que hacerlo.

   Los que fueran dueños de los edificios, pusieron un mercadillo en su día a la entrada del barrio para intentar vender ventanas y otros materiales de construcción.

   Continuamos por el camino de grava hacia arriba y me detengo para ver a través de las alcantarillas, algunas tan grandes que puedes entrar de pies. Al ver un garaje (sin portón, por supuesto) nos entra el gusanillo y decidimos entrar.

   Tenemos que pasar por un tramo de ciénaga que tiene el agua de color negro azabache, por lo que tiramos unos tablones y pasamos por encima. De la que entramos se oyen continuamente ruidos entre los arbustos, posiblemente ratas que han hecho de este su lugar favorito para asentarse.

   Al adentrarnos en la penumbra, saco alguna foto para ver que nos rodea. Techo del color del tizón, suelo con barro seco y trozos de piedras que han ido cayendo del techo. Los grafitis de colores rojizos se muestran como murales de una pared en llamas y le dan un toque cálido al lugar.

   Al fondo vemos el hueco del ascensor inundado en escombros y una escalera que sube hacia la luz como si de las puertas del cielo se tratara. Pero no es así.


   La espuma de aislamiento y los azulejos triturados en el suelo nos reciben con los brazos abiertos. Pisamos con cuidado para no clavarnos alguno de los cristales que recubren el suelo y avanzamos a trompicones hasta la terraza inacabada a modo de mirador.

   Después de un rato, volvemos a la puerta y visitamos la siguiente urbanización, unos metros más arriba.

   Al entrar en esta. todo está aún más destrozado. Donde antes había una chimenea, ahora vemos un boquete enorme que conecta con la pared de al lado. En los muros de la casa hay agujeros tan grandes que podría pasar una persona perfectamente. En este momento piensas como este lugar no está precintado por motivos de seguridad. Será que no le importa a nadie.

   De la que volvemos al coche, echamos una última mirada hacia atrás, esperando que este tipo de cosas no se vuelvan a repetir, pero no será así. Todos sabemos que el ser humano en su interminable afán por dominar nuevos territorios y los recursos que estos tienen, es capaz de cualquier cosa. Y diréis que esto no es comparable con otros conflictos de mayor envergadura o condición, pero al fin y al cabo se reduce a lo mismo: La dominación.

   Gracias por leerme!

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